sábado, 6 de enero de 2007

ensayo

intro

dentro de la vasta obra del escritor irlandés samuel beckett (foxrock, 1906 – parís, 1989) existe un período que encierra un momento social y político de una parte determinada del mundo, un claro alerta, aterrador: “fragmento de monólogo” (1979), “solo” (1981), “catástrofe” (1982), “¿qué, dónde?” (1983)

la patagonia, samuel beckett y la desaparición de las palabras

“¡no soy un número, soy un hombre libre!”
(patrick macgoohan, ‘the prisoner’, 1967)


en “cómo es”, novela publicada en el año 1961, el autor, omnipotente, manipula al extremo su propia obra. la tortura al punto de convertir las palabras en guarismos, números que fluctúan en una porción de cifras y nos muestran explícitamente el tema del torturador que, fallando en su acción, es torturado, una vez más.
en este texto, la voz de beckett muta hasta llegar a un discurso que cuenta con no más de cincuenta palabras utilizadas como los tonos de una paleta de pintor o las variaciones que un compositor musical introduce en su partitura.
lo que beckett dice en estas piezas es universal y, casi, atemporal muy significativo es, entonces, el momento en que fueron escritas.
por esto no es tan descabellado pensar que se refiere al estadio social de argentina durante los años 1976/ 1983. dice ‘patagonia’. pudiendo decir tanto, comprime todo lo que no dice en esa palabra que sabe a sur, que dice américa.
por un lado están “fragmento de monólogo” (1979) y “solo” (1981), dos visiones de una misma situación, primero escrita en inglés, y luego, con ciertas diferencias, versionada en francés, su idioma adoptivo.

cito, de “fragmento de monólogo”:
‘el nacimiento fue su muerte. otra vez. las palabras son pocas. morir también... ... duro creer tan poco. de funeral en funeral. funerales de... él. todos excepto digamos los seres queridos. treintamil noches. duro creer tan poco. nacido muerto de noche... ... muriendo. ni más ni menos. no. menos. menos para morir. siempre menos. como la luz y el anochecer. permanece allí mirando hacia el este. superficie blanca salpicada de rosa una vez blanca en sombras. una vez pudo nombrarles a todos ellos. allí el padre. aquel vacío gris. allí la madre. aquellla otra. allí juntos. sonriendo. el día de la boda. allí los tres. aquella mancha gris. allí solo. el solo. no ahora. olvidado. todo pasado tanto tiempo. ido. arrancado y rasgado en jirones. esparcido por todo el suelo. barrido fuera del camino y olvidado. mil jirones bajo la cama con el polvo y las arañas. todo él... todo él excepto digamos los seres queridos. permanece allí frente a la pared mirando más allá. nada allí tampoco. nada moviéndose allí tampoco... ... treintamil noches... ... fundido. ido. mudado hacia otras cosas. trata de mudarse. a otras cosas. ¿a cuanta distancia de la pared? casi tocando con la cabeza. como en la ventana. los ojos pegados al cristal mirando fuera. fijamente. nada agitándose. vasta negrura... ... treintamil noches de fantasmas más allá. más allá aquel negro más allá. luz de fantasmas. noches de fantasmas. habitaciones de fantasmas. tumbas de fantasmas. fantasmas... él todo excepto digamos los fantasmas queridos.’
más que elocuentes son las palabras ordenadas en la forma en que el irlandés lo hizo.

cito, de “solo”:
‘... nada que se mueva. que se mueva apenas. treintamil noches de fantasmas más allá. noches fantasmas. funeral fantasma. seres queridos... iba a decir seres queridos fantasmas. allí pues mirando fijamente el vacío negro. con los labios temblorosos por las palabras apenas percibidas. tratando de otras cosas. intentando tratar de otras cosas. hasta como que apenas hay otras cosas. nunca hubo otras cosas. nunca una sola cosa. los muertos y los idos. la vida que miran ellos. a partir de la palabra va. palabra vete. como la luz ahora. a punto de irse...’

beckett permite que se escuchen veladamente las voces que dicen exilio, desaparición. nos deja mudos ante la crudeza del discurso del personaje, un hablante de cabello gris, de mirada difusa como la luz que le ilumina, sin expresión, parado a la izquierda de un escenario despojado, vacío casi, pobre en elementos pero cargado de una expresividad extrema en su conjunto, tan contundente como esos llantos que no callan, aún hoy.
como predijera james joyce en su ensayo “drama y vida”, leído el veinte de enero de 1900, en dublín: ‘... sea cual fuere la forma que el drama adopte, esta forma no puede ser una superestructura, ni tampoco puede ser convencional. en literatura las convenciones son toleradas, debido a que la literatura es comparativamente una forma menos elevada del arte. la literatura se mantiene con vida gracias al empleo de reconstituyentes, florece mediante las convenciones establecidas en todas las relaciones humanas, en toda actualidad. en el futuro, el drama será el enemigo de las convenciones, si es que ha de convertirse verdaderamente en realidad. si se tiene una clara idea del cuerpo del drama, se verá claramente cuál es la vestimenta que mejor le sienta.’
vimos claramente, al correr del siglo que muere, que el despojo fue dicha vestimenta. el despojo de la acción el despojo en la anécdota; el despojo de las palabras, que desaparecen, recrean al silencio.
en “catástrofe”, dedicada al dramaturgo checo vaclav havel; disidente, depurado por las autoridades de su país; se tortura, se amordaza al protagonista, un ser mudo e inmóvil, para despojar a la escena de todo recurso ya visto, mal dicho.

escena catástrofe:
‘... asistente: (tímidamente) – ¿no podría... levantar la cabeza... un instante... que se viera la cara... sólo un instante?
director: (exasperado) – ¡vaya por dios, lo que hay que oír!, ¡levantar la cabeza!, ¿dónde crees que estamos? ¿en la patagonia?, levantar la cabeza, ¡vaya por dios! (pausa) bien. ya tenemos aquí nuestra catástrofe. una vez más y me largo.
asistente: (a lucas, iluminador) - una vez más y se larga.’

en este discurso de ‘director’ figura la palabra disparadora, intentar levantar la cabeza como si estuviese en la patagonia. si se toma en cuenta el año en que la pieza fue escrita veremos que el irlandés desliza, refiriéndose, en una palabra, una concreta situación. el protagonista no habla, no se mueve, no se queja siquiera: no levanta su cabeza; refleja, pues, un pueblo oprimido.
en “¿qué, dónde?”, disfrazando en frases y estructuras de juego infantil certeras sesiones de tortura, nos muestra los poderes absolutos y la lábil función del funcionario, siempre reemplazable. retoma el tema del torturador torturado, la crueldad extrema por conseguir que alguien diga lo que se le inquiere y el eterno sentimiento humano de no delatar, no relatar lo que se nos cuestiona brutalmente, no querer expresar por obligación.
como dijera en testimonios orales el mismo beckett: ‘prefiero la expresión de que no hay nada que expresar, nada con qué expresarlo, desde dónde expresarlo, no poder expresarlo, no querer expresarlo, junto con la obligación de expresarlo.’
juego de niños en la dicción, tortura cruel y demoradas confesiones en la acción.
si sabemos que el teatro es ese arte aparentemente condenado a la mimesis como consecuencia de la similitud entre sus signos y referentes, no podemos dejar de vernos el reflejo, si somos patagónicos al fin. dice de nosotros, de nuestra historia, más que muchas otras piezas nacionales, plagadas de golpes de efecto, bajos crueles juegos de la memoria.
beckett, irlandés, viviendo en parís, europeo en fin, deja ver, entrever, que el atomizado pueblo patagónico sufre, no se queja, no levanta su cabeza. permite querer entrever cómo le relata a europa la situación que oculta a un país – un continente -, que él soterra en una frase simple y deslizada como si el azar del decir funcionase caprichosamente, como si se nombrara: por omisión.

julio t. – 2000 / 2003-

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